El título del álbum Soledad Sonora está tomado de un verso de Cántico espiritual, el poema de erotismo místico que trata sobre la relación entre la esposa y el esposo como símbolo de la unión con Dios. San Juan de la Cruz memorizó las primeras treinta estrofas en una oscura y angosta celda durante su encarcelamiento al no disponer de medios para escribir.
San Juan de La Cruz es el patrón de la localidad donde nací: La Carolina. En este lugar experimenté la mayoría de las vivencias que dejaron en mí una marca indeleble; desde la ternura de la infancia soñadora hasta el angustioso desengaño de la adolescencia. Hubo una en concreto que sacudió mi mundo. Gran parte de lo que había sido un pilar se venía abajo de forma irreversible. Quise silenciar el ruido en el que estaba inmerso, alejarme de todo lo que simbolizaba para mí esa tierra. La misma en la que San Juan de la Cruz vivió sus últimos meses y donde enfermó en un convento; el lugar que casi dos siglos más tarde se convertiría en La Carolina.
El desenlace es incierto cuando alguien huye de sí mismo. Cuando se corre de forma desbocada, casi siempre es gracias a otras personas que conseguimos parar, respirar profundamente y mirar alrededor antes de caer. Alguna señal me indicó caminos como los que marcó San Juan de la Cruz, donde convergen también el taoísmo, el budismo y tantas otras doctrinas místicas.
Él dibujó un mapa hacia la cima de un monte con tres sendas. La de la derecha representa lo mundano: los bienes materiales, los placeres de los sentidos y el conocimiento. Por contrapartida, la senda de la izquierda representa vida entregada a la espiritualidad en busca de consuelo, seguridad o respuestas últimas. Ambas se desvían, pero la senda central que llega hasta la cima lleva anotado "nada, nada, nada, nada, nada". Es el camino de la disolución en pos de la entrega al absoluto para llegar a la fuente; es lo que Kierkegaard simboliza con el "Caballero de fe". Leonard Cohen dijo que "una vez que empiezas a tratar con material espiritual, te haces papilla", en referencia a este camino, pues desintegra todo lo que hemos construido de nosotros mismos sobre una base de hipocresía. Sobre aquello que creemos desear, pero que una y otra vez nos deja insatisfechos y vacíos cuando lo obtenemos hasta el aborrecimiento.
No hay forma de conceptualizar la cima, porque es inconmensurable. Como apuntaría Meister Eckhart en relación al concepto de Dios: «Es por lo que ruego a Dios para que me libere de Dios; pues mi ser esencial está por encima de Dios». Ese "ser" por el que hoy hemos olvidado preguntar, tal y como explicita Heidegger y que solo mediante el lenguaje poético podemos apenas rozar.
Un siglo atrás quizá habría sido apropiado advertir que esto no es para todo el mundo, que solo unos pocos deben someterse a semejante explosión interior; pero en nuestra época, donde la consciencia está embotada y subyugada a una red conceptual con la que se interpreta la realidad de forma completamente alienada, expuesta a una sobreexcitación de los impulsos convirtiéndonos en adictos, y sometida socialmente a una brutal represión emocional, es imperativo hacer volar por los aires toda esta estructura interior que se erige sobre nuestra propia podredumbre.
"Soledad Sonora" no es pues, una guía espiritual ni una doctrina. Es la expresión personal de una experiencia de relación, pero ¿de relación con qué? Ante el silenciamiento de todo destino, la relación es con el propio camino.